Lo que signfica el día de la independencia (¡el cuento!)
El presidente de la nación sale en la televisión y lee un discurso pésimo lleno de errores de aliteración. Al escucharlo me pregunto quién lo habrá escrito y en cómo no me hace sentir más cercano a mí país, ni nada, y también pienso que es extraño cómo nunca sabré quién trabaja en las palabras del presidente que ahora grita en memoria de la independencia de nuestro país y la gente se ve muy contenta ahí en la plaza de la capital, frente a mí, a través del televisor. Afuera, en el jardín, mis sobrinos queman cuetes para eterna angustia de mis hermanas y ríen y gritan llenos de un espíritu nacionalista diluido en la pasión por la pólvora y el temor a volarse un dedo. Pasan unos segundos de la media noche, cuando se escucha el grito del presidente, y sé que debo salir al jardín donde están mis hermanas, sus esposos, mis sobrinos, nuestros padres y bebidas y bocadillos nacionales, para festejar que nuestro país es libre pero sobretodo que tenemos, gracias a esta fiesta nacional, tiempo libre en nuestras manos —tiempo libre con nuestros pensamientos que desde hace semanas se han apoderado de nuestra cabeza, lenta pero irremediablemente. ¿Por qué nunca acepta que la invite a comer? ¿Por qué me devuelve los regalos? No lo entiendo. Sospecho que teme que la esté comprando, de alguna manera, en un sentido retorcido y erróneo. No puede ser que piense eso, no me entra en la cabeza —pero sí, como un invitado incómodo, o más bien un inquilino que llegó y prometió quedarse unos días, nada más, una semana no es demasiado y cuando finalmente comienzan a pasar los meses se te dificulta pedirle, cada vez más, que se largue, porque no te gusta compartir el baño con esta madre que asalta tu cabeza. No es tu puta, nunca la has tratado como una puta. No puede ser que eso sea lo que piense. Más bien son detalles, estas cosas. Eres ese tipo de personas: detallista. Cuando le regalas perfumes que te regresa porque le parecen demasiado caros, o cuando no acepta una invitación a comer, pues no tiene dinero, te sientes desecho y sucio, como el malo de la historia. Te convences que tener dinero no debe hacerte sentir culpable. “Yo pago”, dices. Una y otra vez aclaras que no te importa y ella dirá, siempre que no, que le gusta ser una mujer emancipada, independiente. “¿Independiente de qué?”, le preguntas, molesto, porque esto significa que no pasarás más tiempo con ella y te encanta pasar tiempo con ella, no como con tu familia, mucho menos aquí, a orillas de un bosque oscuro en la casa de campo. Sabes que no tiene explicación cabal para esta actitud, que es algo que simplemente hace. “Independiente de ti”, te contesta, por supuesto.
2 Comments:
felicidades, perdón no pude asistir a tu examen
Sólo puedo decir que el tiempo para pensar suele ser mezquino con nosotros.
Post a Comment
<< Home