Andrea M. presenta:
I.
- ¿Qué te gustaría ser de grande?
- Meretriz.
Esto sucedió cuando tenía doce años, recibí miradas horribles de los maestros, de los alumnos de toda la escuela, la directora y el subdirector, los padres de familia. Me arrebataron el micrófono y me dieron un diploma por ganar el concurso Pequeños Escritores.
Llegando a casa busqué en el diccionario.
Meretriz – f. prostituta.
Seguí buscando.
Prostituta- f. mujer que se prostituye.
Fue necesaria una tercera búsqueda:
Prostituirse- v. Entregarse a la prostitución.
Y otra más:
Prostitución-f. Acción por la que una persona tiene relaciones sexuales con un número indeterminado de otras mediante remuneración.
Sexual- adj. Relativo a la sexualidad || Acto ~, coito.
Coito- m. Cópula carnal.
Cópula – f. Atadura, ligamento.
¿Atadura? ¿Serían las señoras que se visten de cuero para amarrar a las personas y darles de latigazos? La idea de convertirme en meretriz me emocionó más que nunca.
Sin embargo había sido víctima de un error. Una meretriz, como ustedes saben, es una puta. No, yo quería ser dominatrix, y por desgracia pasaron muchos años antes de que supiera el verdadero nombre de mi vocación.
II.
Los martes son días largos, empiezo a las 10 de la mañana. El cliente no llega a las 10 pero yo tengo que estar lista porque ese tiempo lo cobro. 10:15, 10:20 y suena el timbre. Se disculpa y me sigue hasta el salón de atrás. Trabajo en mi casa, un departamento con tres grandes recámaras. La primera es mi habitación, la contigua es un cuarto blanco que llamo “estudio” aunque no estoy completamente segura de lo que es. El salón del fondo es un calabozo de tortura, bastante corriente dentro del negocio. Carlos –ese es su nombre verdadero- no tiene nada de extraordinario, la mitad de mis clientes son como él. Me obedecen de tiempo completo. Le ordeno que se quite la ropa y observo con calculada complacencia que el cinturón de castidad sigue ahí, me ruega que se lo quite. Comienzo a golpearlo en la pantorrilla. Lo miro por unos segundos intentando comprender lo que sigue.
Como lo indica la ética profesional debe haber una palabra clave que el cliente utilizaría bajo el supuesto caso que verdaderamente desee que me detenga; sin embargo me cuido en extremo de nunca llegar a ese punto. El sadomasoquismo es como la comida mexicana, hay que enchilar al cliente lo más posible sin que deje de gustarle.
Le retiro a Carlos el cinturón de castidad y justo en ese momento tiene una erección, le recuerdo que eso está prohibido, el castigo va directo a sus pezones. Al final suelto las ataduras, lo hago que se ponga de rodillas y le recuerdo que todavía tiene prohibido tocar a su esposa, sin que yo se lo pida me besa las botas y corre a vestirse.
A las 11:15 el esclavo sale convertido en un sonriente hombre de negocios. Me besa los anillos con suavidad y me entrega un cheque. Lo despido y sale sólo por la puerta.
III.
También soy artista. Más bien, quiero decir que como mistress soy artista en un sentido griego, pero también soy artista en un sentido moderno. Tengo un pequeño cuarto blanco donde grabo videoclips, tomo fotografías y hago esculturas vivientes (que no son fotografías). Mi trabajo aparece en algunos catálogos, estoy a punto de tener una exposición sola. La verdad es que por lo menos desde hace tres años, siempre estoy a punto de tener una exposición sola. Hasta ahora el arte no me ha dado de qué vivir. Momento. Hasta ahora el arte no le ha dado a nadie de qué vivir, Philip Glass hizo la música para Candyman y Dalí trabajó en una película de Disney. Más bien mi ingreso secundario proviene de alquilar el calabozo para publicaciones o filmes de poca monta. Debo decir que esto es muy molesto, no sólo porque interrumpe mi horario de trabajo, sino que además soy excesivamente celosa con mi área de trabajo. Pero decorar ese cuartito me costó una fortuna. Valió la pena, eso sí, una revista de S&M vino a hacer un reportaje sobre él (para ser honesta conozco al editor de la publicación), y las recomendaciones de boca en boca casi han duplicado a la clientela. El martes es un día pesado, no queda tiempo para el arte. Salgo a caminar para no volverme loca, si estoy muy cansada con ropa de trabajo. Me tomo un café, me fumo un cigarro. Puedo hacer esto cualquier día, pero es imprescindible los martes. Entonces regreso a casa y me quito todo de encima. Me siento en la cama a escribir, mi único pasatiempo.
IV.
Un editor que pertenece al colectivo filete se ha ofrecido a publicar aquí este pequeño escrito que tienen en sus pantallas. Es un honor participar en su proyecto, y si en algún momento existe la oportunidad quisiera ver otros trabajos del colectivo (si mal no recuerdo creo haberlos visto en alguna bienal, pero no estoy segura). La relación de los tres elementos con los tres tiempos –pasado, presente, y futuro- es una mera coincidencia. También alguno de ustedes me preguntó si consideraba a Kierkegaard una influencia, aprovecho para responder: sólo en el sadomasoquismo. Un saludo y espero que todos puedan leer este mensaje, es más, Miguel, ¿podrías meterlo como apartado cuarto dentro del texto? Mil gracias, besos, chao.
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