Llevando las cosas al límite
Iba a contar algo sobre aquella ocasión en que una hormiga me picó en una de las zonas que tienen más pliegues de todo mi cuerpo pero algo --oh, qué más da, creía que tenía ganas de ir al baño, pero no era así. Aunque las sensaciones se asemejaban, había algo nuevo en esto, una especie de ardor punzante. No fue sino hasta que, en el baño de casa de mis abuelos, pujando con los calzones abajo, observé a una hormiga más bien aturdida escapando de entre mi ropa interior. Fue una de las veces que más sentí miedo, en mi vida. Un miedo animal e irracional, el tipo de miedo que uno siente cuando está a punto de caerse de la bicicleta, especialmente cuando no trae casco y va con el centro de gravedad ligeramente desplazado, cuesta abajo; o el tipo de miedo que uno siente cuando decide cruzar ese umbral y caminar hasta donde está esa chica en la fiesta, la de los pantalones enjarrados y que a veces está sola, a veces bebiendo, a veces platicando con sus amigos y riendo con una risa que parece látigo; o el tipo de miedo que debió haber sentido Bolaño al momento de darse cuenta de que, probablemente, no viviría para terminar 2666, o peor, para ver cómo crecerían sus hijos; o el tipo de miedo que experimentan aquellos escritores que se autoplagian sin saberlo hacer, como Márquez o Allende, ese extraño faccísimil de Márquez, o Pérez Reberte, y todos esos grandes y legibles literatos de nuestro tiempo.
Cuando escribo aquí siento que un planeta me vigila y no me agrada.
4 Comments:
Creo que tuve ese miedo el día que soñe que iba descalzo a la escuela y todos se burlaban de mi por haber olvidado los zapatos ¿quién podría olvidar algo así si al momento de salir de casa uno siente el frio del suelo?
Todavía pienso que es posible que ocurra...
(Espero que esto se encuentre dentro de los límites; i.e., espero no ofender los ánimos de nadie)Una dentista un día me contó que, en su pueblo existía la leyenda de una niña que murió porque una pequeña lagartija penetró su ano mientras ésta orinaba en cuclillas. Pasaron los años para que superara ese temor, sublimado (si éste es el término) en otras cosas; creo que te entiendo.
Bien, lo lograste. Esta vez agotaste tu cuota de Bolaño y anécdotas anales de todo el 2005.
De todos los miedos el peor es el de ser rechazado por la chica ke mas te ha gustado en toda tu vida justo cuando te decides a confesar tus sentimientos, y eso pasa en un 80% de los casos sgun ickys jajajaj
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