La debilidad de la carne (¡El cuento!)
1. El cáncer crece en el seno de su madre y ella está cómoda en el asiento delantero de mi auto.
2. El cáncer está en constante crecimiento en el seno de su madre y ella se sienta cómoda, ahora que nos dirigimos al restaurante.
2. El cáncer se esparce en el seno de su madre y ella está cómoda, en general, y es un buen día en el que la preocupación por el tratamiento y el temor a la muerte se han ensordecido por el clima, que es agradable, y la manera en que consigo distraerle de sus problemas laborales, sentimentales y familiares. Es algo que puedo notar en su comportamiento, que hoy se presenta tan jovial y lleno de ardor, travesura y fluidez. Me da gusto que seamos amigos.
3. El cáncer, que es maligno, crece en el seno derecho de su madre desde hace tiempo y ella está cómoda en el asiento delantero de mi auto porque ha aprendido a lidiar con este problema como lo hizo con el resto de los problemas que no le preocupan en este preciso momento en el que nos dirigimos rumbo al restaurante. Es un buen día, la temperatura es cálida pero no quema la piel y eso es bueno porque cada vez nos preocupamos más por esto, por la manera en que el sol cae con aplomo sobre nuestra carne; es un buen día porque a ella no le pasa por la cabeza el estado de salud de su madre, que, piensa ahora, es bueno y estable, y tampoco le pasa por la cabeza el dinero que le debe su familia a las aseguradoras, y esto lo puedo notar. ¿Cómo? Por la manera en que habla, canturrea la canción de la radio y me relata la noche del concierto al que asistió hace tiempo y en el que bailó mucho para sorpresa de las personas que la acompañaban, que pocas veces la habían visto tan desatada.
4. Las células cancerígenas se reproducen a un ritmo vertiginoso en el seno de su madre y los tejidos que sirven como muro de contención, en el músculo pectoral, están a punto de ceder, no como una presa que se colapsa bajo el peso del agua sino como una hoja de papel que arde del centro hacia fuera, pero esto ahora no lo sabemos, y ella no se preocupa por ello, claro, no lo tiene en mente, o al menos no parece que sea así. El sol le da en la cara y en sus brazos desnudos. Sus nalgas descansan sobre el asiento delantero de mi auto, que es veloz y verde, y sus pequeñas y redondas nalgas se posan tan despreocupadamente sobre la tela, envueltas en sus apretados pantalones, y es un buen día.
5. El tráfico no es pesado y si lo fuera no nos preocuparía porque nos entretenemos mutuamente, ella con sus historias de aventuras nocturnas en distintos puntos de la ciudad, y yo atendiendo a sus palabras. Está viva. Es joven y bella y de un carácter forjado a marchas forzadas, del cual sólo conozco, hasta ahora, el lado bueno.
6. El pelo de su madre ha crecido de nuevo y ahora es rizado e imagino que también es más brilloso que antes, pero esto no lo sé con seguridad porque sólo he visto a su madre en una ocasión en todo el tiempo que tenemos de conocernos. La quimoterapia no puede detener la propagación de células cancerígenas en el seno derecho de su madre, pero esto no lo sabe ella, porque las células se esparcen, duplican o reproducen en silencio como lo hacen las amebas y los peces en el fondo del mar, o como lo hemos hecho nosotros, los seres humanos, a través de los siglos para la eterna ignorancia del resto de los seres vivos que seguramente viven más allá de las estrellas que podemos ver en nuestra galaxia y que se consumen día a día en sí mismas.
7. La carne se asa sobre la parrilla y esperamos a que nos sirvan nuestras bebidas al mismo momento que las células cancerígenas se mueven en el redondo y firme seno derecho de su madre a quien, me dice mi amiga, le caigo bien a pesar de que apenas me conoce. Le pregunto cómo puede ser esto posible, si sólo me ha visto en una ocasión en la que la dejé en su casa después de clases, y ni siquiera cruzamos palabra. Ella le cuenta de mí a menudo, me explica, y parece ser que le caigo bien. Y me pregunto, sin decir palabra, si la imagen que tiene su madre de mí y que le transmite mi amiga se corresponde con la realidad o al menos con la imagen que tengo de mí mismo y temo que no, no es así, y que, a la vez, esto no significa nada.
8. Las células del tejido adiposo y el tejido conjuntivo en el que están inmersos los lobulillos que alguna vez alimentaron a mi amiga con una leche azulosa crecen anormalmente, desordenadamente, como la ciudad en la que vivimos y asaltamos de noche para vivir experiencias a las que tan desesperadamente queremos aferrarnos, con garras y dientes pues sabemos, mi amiga y yo, que esta sensación de juventud terminará algún día. Hundimos nuestros colmillos sobre la carne que nos han servido, acompañada de vegetales.
9. Hay metástasis y el tumor en el seno derecho de su madre mide más de cinco centímetros y se ha diseminado a los ganglios linfáticos axilares y hemos terminado de comer y regresamos a su casa por la vía corta que pasa por los arrabales y los asentamientos más pobres, infestados de pandillas y sicarios, drogadictos y piratas. Los pueblos paracaidistas crecen en la periferia y se esparcen hacia el centro y están, parece, en todas partes. Esto es algo que sólo vemos de vez en cuando, al salir un poco de la ruta normal, establecida, y que ha crecido con una planeación aparentemente provisional. En suma, nos importa un bledo el estado de estas colonias, tan pobres y violentas, porque nuestras vidas se desenvuelven lejos de aquí.
10. La sonrisa de su madre es enorme. La ciudad se expande. La felicidad nos envuelve. La ropa nos cubre. El cielo se abre. El sol arde. La tierra se mueve y su núcleo es de fuego. Nos sentimos cómodos y vivos y nuestros estómagos están llenos y sus ácidos deshacen la carne que hemos tragado. Las pastillas que toma su madre se diluyen en el interior de su cuerpo y sus contenidos se esparcen y la hacen sentir nauseabunda y somnolienta. O imagino que la hacen sentir nauseabunda y somnolienta, tal vez, en realidad, la hacen sentir bien, llena de vitalidad: con los cinco sentidos bien calibrados. Imagino muchas cosas. Su sonrisa es enorme e imagino la manera en que el cáncer se ha esparcido o no lo ha hecho a través de su cuerpo, su pecho, y las entrañas de una figura que alguna vez fue tan sólida y bella como la de mi amiga, cuyos senos son también firmes (semejantes a la imagen que tengo de los que alguna vez tuvo su madre, en su juventud), y son redondos, de forma de naranja, y esto no lo imagino, lo deseo: me gustaría desaparecer en ellos, ahora que veo su figura delineada por su ropa, me gustaría sumergirme en ellos como si fueran un par de enormes soles a punto de colapsarse, como estrellas enanas cuyo centro gravitacional traga todo. Cierro los ojos cuando mi amiga toca el timbre y esperamos a que abran la puerta de su casa. Y al vernos, la sonrisa de su madre es enorme.
2. El cáncer está en constante crecimiento en el seno de su madre y ella se sienta cómoda, ahora que nos dirigimos al restaurante.
2. El cáncer se esparce en el seno de su madre y ella está cómoda, en general, y es un buen día en el que la preocupación por el tratamiento y el temor a la muerte se han ensordecido por el clima, que es agradable, y la manera en que consigo distraerle de sus problemas laborales, sentimentales y familiares. Es algo que puedo notar en su comportamiento, que hoy se presenta tan jovial y lleno de ardor, travesura y fluidez. Me da gusto que seamos amigos.
3. El cáncer, que es maligno, crece en el seno derecho de su madre desde hace tiempo y ella está cómoda en el asiento delantero de mi auto porque ha aprendido a lidiar con este problema como lo hizo con el resto de los problemas que no le preocupan en este preciso momento en el que nos dirigimos rumbo al restaurante. Es un buen día, la temperatura es cálida pero no quema la piel y eso es bueno porque cada vez nos preocupamos más por esto, por la manera en que el sol cae con aplomo sobre nuestra carne; es un buen día porque a ella no le pasa por la cabeza el estado de salud de su madre, que, piensa ahora, es bueno y estable, y tampoco le pasa por la cabeza el dinero que le debe su familia a las aseguradoras, y esto lo puedo notar. ¿Cómo? Por la manera en que habla, canturrea la canción de la radio y me relata la noche del concierto al que asistió hace tiempo y en el que bailó mucho para sorpresa de las personas que la acompañaban, que pocas veces la habían visto tan desatada.
4. Las células cancerígenas se reproducen a un ritmo vertiginoso en el seno de su madre y los tejidos que sirven como muro de contención, en el músculo pectoral, están a punto de ceder, no como una presa que se colapsa bajo el peso del agua sino como una hoja de papel que arde del centro hacia fuera, pero esto ahora no lo sabemos, y ella no se preocupa por ello, claro, no lo tiene en mente, o al menos no parece que sea así. El sol le da en la cara y en sus brazos desnudos. Sus nalgas descansan sobre el asiento delantero de mi auto, que es veloz y verde, y sus pequeñas y redondas nalgas se posan tan despreocupadamente sobre la tela, envueltas en sus apretados pantalones, y es un buen día.
5. El tráfico no es pesado y si lo fuera no nos preocuparía porque nos entretenemos mutuamente, ella con sus historias de aventuras nocturnas en distintos puntos de la ciudad, y yo atendiendo a sus palabras. Está viva. Es joven y bella y de un carácter forjado a marchas forzadas, del cual sólo conozco, hasta ahora, el lado bueno.
6. El pelo de su madre ha crecido de nuevo y ahora es rizado e imagino que también es más brilloso que antes, pero esto no lo sé con seguridad porque sólo he visto a su madre en una ocasión en todo el tiempo que tenemos de conocernos. La quimoterapia no puede detener la propagación de células cancerígenas en el seno derecho de su madre, pero esto no lo sabe ella, porque las células se esparcen, duplican o reproducen en silencio como lo hacen las amebas y los peces en el fondo del mar, o como lo hemos hecho nosotros, los seres humanos, a través de los siglos para la eterna ignorancia del resto de los seres vivos que seguramente viven más allá de las estrellas que podemos ver en nuestra galaxia y que se consumen día a día en sí mismas.
7. La carne se asa sobre la parrilla y esperamos a que nos sirvan nuestras bebidas al mismo momento que las células cancerígenas se mueven en el redondo y firme seno derecho de su madre a quien, me dice mi amiga, le caigo bien a pesar de que apenas me conoce. Le pregunto cómo puede ser esto posible, si sólo me ha visto en una ocasión en la que la dejé en su casa después de clases, y ni siquiera cruzamos palabra. Ella le cuenta de mí a menudo, me explica, y parece ser que le caigo bien. Y me pregunto, sin decir palabra, si la imagen que tiene su madre de mí y que le transmite mi amiga se corresponde con la realidad o al menos con la imagen que tengo de mí mismo y temo que no, no es así, y que, a la vez, esto no significa nada.
8. Las células del tejido adiposo y el tejido conjuntivo en el que están inmersos los lobulillos que alguna vez alimentaron a mi amiga con una leche azulosa crecen anormalmente, desordenadamente, como la ciudad en la que vivimos y asaltamos de noche para vivir experiencias a las que tan desesperadamente queremos aferrarnos, con garras y dientes pues sabemos, mi amiga y yo, que esta sensación de juventud terminará algún día. Hundimos nuestros colmillos sobre la carne que nos han servido, acompañada de vegetales.
9. Hay metástasis y el tumor en el seno derecho de su madre mide más de cinco centímetros y se ha diseminado a los ganglios linfáticos axilares y hemos terminado de comer y regresamos a su casa por la vía corta que pasa por los arrabales y los asentamientos más pobres, infestados de pandillas y sicarios, drogadictos y piratas. Los pueblos paracaidistas crecen en la periferia y se esparcen hacia el centro y están, parece, en todas partes. Esto es algo que sólo vemos de vez en cuando, al salir un poco de la ruta normal, establecida, y que ha crecido con una planeación aparentemente provisional. En suma, nos importa un bledo el estado de estas colonias, tan pobres y violentas, porque nuestras vidas se desenvuelven lejos de aquí.
10. La sonrisa de su madre es enorme. La ciudad se expande. La felicidad nos envuelve. La ropa nos cubre. El cielo se abre. El sol arde. La tierra se mueve y su núcleo es de fuego. Nos sentimos cómodos y vivos y nuestros estómagos están llenos y sus ácidos deshacen la carne que hemos tragado. Las pastillas que toma su madre se diluyen en el interior de su cuerpo y sus contenidos se esparcen y la hacen sentir nauseabunda y somnolienta. O imagino que la hacen sentir nauseabunda y somnolienta, tal vez, en realidad, la hacen sentir bien, llena de vitalidad: con los cinco sentidos bien calibrados. Imagino muchas cosas. Su sonrisa es enorme e imagino la manera en que el cáncer se ha esparcido o no lo ha hecho a través de su cuerpo, su pecho, y las entrañas de una figura que alguna vez fue tan sólida y bella como la de mi amiga, cuyos senos son también firmes (semejantes a la imagen que tengo de los que alguna vez tuvo su madre, en su juventud), y son redondos, de forma de naranja, y esto no lo imagino, lo deseo: me gustaría desaparecer en ellos, ahora que veo su figura delineada por su ropa, me gustaría sumergirme en ellos como si fueran un par de enormes soles a punto de colapsarse, como estrellas enanas cuyo centro gravitacional traga todo. Cierro los ojos cuando mi amiga toca el timbre y esperamos a que abran la puerta de su casa. Y al vernos, la sonrisa de su madre es enorme.
2 Comments:
Sobre el número seis: Cuando la vida se comparò con el intenso movimiento de esa enfermedad, sólo sentí vértigo. Quizá sea porque la vida ES enfermedad...Aún así, me pareció hermoso. Mucho amor por debajo de las líneas y preocupación.
Debo decir que tiene un final esplendido. Me sorprendio; el desarrollo de la enfermedad ocurre muy deprisa y los eventos cotidianos muy despacio, quizá así se nos escapa la vida. Fue muy emotivo. Ojalá todo este bien.
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