Tuesday, November 08, 2005

Condechi

Supongo que me trato de un chico que a menudo pasa tiempo en un espacio específicamente planeado para aquellos que desearían que su vida fuera más interesante de lo que realmente es: para los veinteañeros que no tienen o fingen no poseer un trabajo de cubículo y que leen, algunos mejor que otros, y que crean o que fingen crear o crean la ilusión de crear buen arte. Paso demasiado tiempo en la Condesa, por ejemplo. En parte, por mi vida académica. Por otra parte, porque me gusta poder pasearme en un lugar rodeado de personas que se esfuerzan y sudan sangre para aparentar no esforzarse. Personas que poseen poses que permanecen en la eterna promesa de lo cool y lo hip y lo chic. No es algo de lo que esté orgulloso, es algo que sucede. Esta actitud, la del poco orgullo y el conformismo, es típicamente veinteañero. Pero no de cualquier veinteañero, sino del que está aburrido consigo mismo. "Tal vez mi vida no se reduzca a esto", nos decimos. "Probablemente haya más personas como yo", sospechamos a pesar de que lo sabemos con certeza. "No es necesariamente una crítica", pero lo es.
Subimos las escaleras corriendo, aún cuando no tenemos prisa. Manejamos Mini Coopers y vestimos Lacoste. Parece que nos sentimos culpables al respecto, pero no es así. Sólo nos sentimos vigilados constantemente. En ocasiones, esta sensación de ser parte de algo que nos supere, de una película o una buena novela, nos agrada. En otras ocasiones, particularmente cuando advertimos que ese espectador inmóvil somos nosotros mismos, juzgándonos constantemente en silencio, esta sensación nos desagrada.
Reímos como si estuviéramos riendo.
Cogemos con desesperación porque sabemos que no va a durar.
Hablamos con ironía pero deseamos que ese juego se detenga, en algún momento.
Nos sentimos agredidos por y resentimos las actitudes de los resentidos.
Intentamos constantemente caer bien. Y es algo agotador.

Wednesday, November 02, 2005

Insólita historia.

Entonces, estás sentado y estás leyendo con mucha atención un libro de David Foster Wallace, pues es la manera en que se debe hacer esto, sobretodo si estás en el baño y no quieres pasar demasiado tiempo dentro porque la verdad es que tienes mejores o más productivas cosas que hacer que leer sentado en la taza del baño mientras lees a David Foster Wallace (debe ser así, de otra manera no estarías leyendo ahí, sino en otro lugar, pero no hay otro lugar, en realidad este es el único lugar donde te permites invertir algo de tu tiempo para hacer una lectura divertida, no una de investigación o que sea útil en el sentido que un martillo es útil) cuando, en fin, sientes que finalmente la cagada ha salido de tu interior. Pero sucede algo extraño. Decides interrumpir tu lectura y ves al fondo del water y piensas: ¿Realmente pensé "water"? ¿Por qué no dije escusado? ¿Por qué no dije taza? Y también piensas: Eso salió muy rápido y sin demasiados problemas. Vuelves, entonces, al libro porque, vamos, has terminado y no tiene demasiado sentido que sigas ahí sentado, a no ser que quieras terminar de leer lo que estabas leyendo, pero no te va a dar tiempo, y tienes que regresar al trabajo. Así que tomas el papel de baño y lo pasas por tu ano y para tu gran sorpresa, no hay nada ahí. La mierda salió tan sin problemas, con tanta facilidad, que nada se ha untado sobre tí. Y entonces, decides, que es algo que debe ser contado.

Tuesday, November 01, 2005

La broma

A ver si ahora cumples eso de sacarme.
O talvez sólo quiero llamar la atención.